¿Cuándo dejé de ser la persona que era, para ser la persona que soy ahora? Esa era la pregunta que me hacía mientras miraba al suelo fijamente intentando ordenar cronológicamente todos los acontecimientos de mi pasado. ¿Por dónde debía de empezar?
- Paulo, ¿vas a contarme eso que te recordó Fran?
- Sí, solo que no sé por donde empezar...
- Cuéntame lo más importante.
- Lo más importante es largo de contar.
- Tenemos toda la noche.
- Todo comenzó en el último curso de secundaria...
- Sí, solo que no sé por donde empezar...
- Cuéntame lo más importante.
- Lo más importante es largo de contar.
- Tenemos toda la noche.
- Todo comenzó en el último curso de secundaria...
Ahí empezó un viaje de regresión a cuando tenía 16 años.
Estudiaba en la misma clase que Fran después de haberlo conocido el curso pasado cuando llegó a mi clase. El siempre fue el mismo,despreocupado, espontáneo y descarado, y por consecuencia, mal estudiante. Yo era de carácter afable y le ayudaba a hacer las tareas, al principio no me cayó bien, pero me hacía reír y congeniamos enseguida. A principios del último curso, sentía algo por una chica de mi clase, Belén, una chica tímida a la que le costaba decir lo que sentía. Nos gustábamos mutuamente, pero nunca llegamos a decir lo que sentíamos. Y de ahí, el comienzo de todo.
Estudiaba en la misma clase que Fran después de haberlo conocido el curso pasado cuando llegó a mi clase. El siempre fue el mismo,despreocupado, espontáneo y descarado, y por consecuencia, mal estudiante. Yo era de carácter afable y le ayudaba a hacer las tareas, al principio no me cayó bien, pero me hacía reír y congeniamos enseguida. A principios del último curso, sentía algo por una chica de mi clase, Belén, una chica tímida a la que le costaba decir lo que sentía. Nos gustábamos mutuamente, pero nunca llegamos a decir lo que sentíamos. Y de ahí, el comienzo de todo.
Durante las primeras semanas del curso, Belén y yo nos lanzábamos indirectas para saber que es lo que sentía el uno por el otro. Cometí el error de decir que no sentía nada por ella, cosa que no era verdad. Eso dio paso a una cadena de situaciones en las que Belén poco a poco se distanciaba de mí por haberle quitado la ilusión. Intenté reparar el daño que había hecho al darme cuenta de que fui un idiota por no haberme dejado llevar, pero ya era demasiado tarde. De todos modos, eran cosas de críos, uno a esa edad no sabe lo que quiere. El ambiente en clase desde ese momento para mí no era el mismo, era monótono y aburrido. Hasta que apareció Diana.
Diana era algo bajita, rubia de cabellos largos, con una preciosa sonrisa en el que se colaba un pequeño lunar casi inapreciable en el extremo izquierdo del labio inferior, unos preciosos ojos expresivos que se complementaban con cada acción que realizaba y un carácter llamativo que mezclaba madurez y bromas, con una palabra amable y simpática para cada ocasión. Todo un encanto. El año anterior habíamos tenido diferencia de opiniones y había dejado de hablarle. Hasta un día al final de educación física, en el que tras coger su mochila por error volvimos a hablar. Me disculpé por como me había portado con ella y tuve que esperar unas semanas para hablar otra vez.
Cuando la pusieron a mi lado en clase, comenzamos a hablar y conocernos mejor. Con ella las horas me parecían días, me sentía cómodo con ella y me hizo olvidar a Belén. Al acabar las clases la acompañaba a su casa ya que me quedaba de camino, o eso es lo que le decía yo. Todo con ella era perfecto hasta que llego aquel 22 de Enero... Por determinadas circunstancias me metí en problemas por un malentendido y el novio de una compañera de clase vino a la salida del colegio dispuesto a darme una paliza.
"Inclinado sobre la acera, en menos de 10 segundos, mi sangre formó un charco en el suelo mientras Diana gritaba mi nombre..."
Salía de clase con Fran y a menos de 50 metros de la salida había una esquina con una señal de stop. Como de costumbre me quedé parado para esperar a Diana. En la otra acera estaba el novio de la chica y le dije a Fran en broma que venía a pegarme, al final resultó que no estaba tan equivocado.
- ¿Tu eres Paulo?
- Si, soy yo.
- Venga, vamos a reventarnos.
- Si, soy yo.
- Venga, vamos a reventarnos.
Sus palabras resonaron en mi cabeza y entre en estado de shock, pero estaba calmado y confuso. Fran rápidamente me preguntó que por qué decía eso. No supe responderle. Miré para detrás y vi a Diana, cuando estuvo junto a mi me toco en el brazo para darme un toque de atención y la siguiera. No me atreví a decirle que el tipo que había cruzado de acera para quitarse la chaqueta iba a venir a por mi. Camine varios pasos junto a Fran, mientras Diana llevaba ventaja, y ya lo tenía delante. Sus palabras fueron:
- Venga, que si hace falta os pego a los dos.
Eché a un a lado Fran diciendo que el no tenia nada que ver. No me hubiese perdonado si pegaran a alguien mas y menos si fueran alguno de ellos dos. No hice caso y seguí caminando 5 pasos con el novio a mi lado hasta que sin mediar palabra me golpeó en el oído y me dejó aturdido. Los siguientes segundos los recuerdo borrosos, según Fran unos 6 o 7 puñetazos mas llegaron a mi cara. Pero serio, firme y siguiendo con una respiración tranquila sin casi moverme del sitio aguanté recibiendo su violencia. En cuanto me dio el último puñetazo y me hizo caminar dos pasos hacia detrás empecé a notar un cosquilleo en el labio superior que iba bajando por la boca. La sangre empezaba a emanar de mi nariz. Me incliné mirando al suelo a la vez que miraba desafiante al novio sin decir una palabra, sin mostrar ningún gesto. Verme sangrar le hizo creer que tenía la victoria asegurada, se volvió a acercar a mí y según Fran dejé de ser yo. Vio en mí todo lo malo que una persona quiere evitar. Ciego de odio y rabia me abalancé sobre él y comencé a estrangularle con una sonrisa dibujada en mi rostro. Durante mi leve pérdida de control pude ver, breve y de forma borrosa a Diana y Fran en estado de shock, no reaccionaban ante lo que hacía. Diana casi con lágrimas en los ojos me gritaba que parase. Pero no hice nada, me limité a seguir apretando su garganta cada vez mas fuerte mientras sus manos me advertían de que ya era suficiente. Fran, al ver lo que pretendía se acercó a mi para pararme. Me cogía por lo brazos e intentaba separarme de ahí, pero no lo lograba, mis ansias era insaciables. Mientras forcejeaba con Fran para que parase vi como Diana lloraba. Ver sus lágrimas me hizo parar en seco, momento que aprovechó el otro para pegarme y dejarme inconsciente.
Al despertar me limité a ver como la sangre que me salía de la boca y la nariz caía sobre el suelo.
Estaba en la sala de profesores sentado en un silla, encharcando el suelo. Levantaba la vista y notaba la impotencia de Fran y Diana, me habían levantado del suelo y me llevaron hasta el colegio mientras estaba inconsciente. Mareado me levanté hacia ellos a pesar de que me flojeaban las piernas. Ambos me cogieron de los brazos y notaba como ellos temblaban mas que yo. Fran me miraba como si de un extraño se tratase y Diana no podía articular palabra. Tras una serie de bromas que yo mismo hice para que no se preocuparan tanto, un profesor se ofreció a llevarme al centro de salud. Diana estuvo en todo momento conmigo. Después de salir del centro de salud, le dije al profesor que no se preocupara mas por mi y volviera al colegio que yo cogería el tranvía con Diana hasta nuestras casas. Fran se había marchado mucho antes. Al cogerlo y llegar a nuestra parada me despedí de Diana y le di las gracias por haberse quedado conmigo. El resto del día me lo pase haciéndome radiografías y lo típico en estos casos.
Al entrar en mi casa, noté que pise un papel que estaba en el suelo de mi casa. Lo cogí y lo primero que pude ver era mi nombre en mayúsculas y ocupando toda la parte de arriba de la hoja. Mi corazón estuvo a punto de pararse al leer eso, la ansiedad que me entró fue terrible. Seguí leyendo y la cosa seguía peor. Decía: "Paulo, he estado en tu casa..." Esas palabras hicieron que mi piernas flaquearan y caí de espaldas contra la pared. Lo primero que se me pasó por la cabeza es que aquel tipo me encontró y quería acabar con lo que empezó.
Pero... seguí leyendo. "...en tu casa para venir a verte, pero como no estabas, he tenido la idea de dejarte esta nota de apoyo.
Que sepas que te quiero y que tu no te merecías esto". Firmado: Diana.
Pero... seguí leyendo. "...en tu casa para venir a verte, pero como no estabas, he tenido la idea de dejarte esta nota de apoyo.
Que sepas que te quiero y que tu no te merecías esto". Firmado: Diana.